"El
feminicidio visto en esta perspectiva histórica de la matriz
colonial es un problema de poder, por tanto político, reproducido
por los dispositivos sutiles de la colonialidad "
FEMINICIDIO
Y DESCOLONIZACION
La
visibilidad de la violencia contra las mujeres, a través de los
dramáticos feminicidios, es la clara muestra de una sociedad
patriarcal, cimentada en la matriz colonial que atraviesa la sociedad
boliviana, al igual que sus instituciones condensadas en lo que
denominamos Estado.
Todos los
acuerdos, convenciones y tratados internacionales que tienen relación
con el derecho de las mujeres y contra la violencia, precisan, para
su implementación, una adecuación al contexto sociopolítico de los
países. En nuestro caso debemos tener presente que nuestra
historia tiene muchos ejemplos de la exclusión de las mujeres como
sujetos de derechos, detrás de cada hecho vemos la mentalidad no de
la época sino la constante que va trazando esta matriz
patriarcal-colonial, no interrumpida después de declararnos libres
de la corona española. Los “padres de la patria” no tuvieron la
sensibilidad de reconocer el aporte de las mujeres en la guerra de la
independencia.
La
arbitraria y consentida costumbre de los caudillos militares de tener
sus “queridas” no afectaba a una sociedad estamentaria y racista,
pero la costumbre no se quedaba en el caudillo militar, sino que de
antaño se practicaba el derecho de pernada en todas las haciendas de
la república, y en el actual acoso en muchos centros laborales y de
las mismas instituciones públicas como Parlamento, Concejos
Deliberantes, etc.
La herencia
colonial se reproduce en las aulas de enseñanza, desde muy niñas se
estila la elección de reinas, que culminan en las aspiraciones de
“miss universo”, manteniendo una especie de “campo” del
destino de la mujeres. Son numerosos los trabajos que analizan los
concursos de belleza como una empresa muy lucrativa y cuya mercancía
central son las mujeres.
Las modas
con su imposición de modelo de mujer promueven la violencia
psicológica, pues divide el universo entre “bonitas y feas”
clasificación que refuerza la matriz colonial, que no permite el
menor esfuerzo de análisis de la categoría social que lleva
implícita, en consecuencia se aplican en todas las instancias para
tomar distancia, es decir para discriminar.
Con nuestra
inserción en la llamada modernidad, replicando el modelo nacido en
el “star sistem” de Hollywood, se abrió un mercado de trabajo
para las mujeres, así “trabajar de bonita” se ha vuelto una
costumbre que como abanico se extiende desde los calendarios de
pared, venta de baratijas, venta de cemento, venta de cerveza,
bailadoras de cumbia, decoración en programas de Tv, o azafatas en
ferias y eventos empresariales, de los que no se libran varias
entidades gubernamentales.
No
abundaremos en ejemplos demostrativos que la matriz colonial implica
el racismo, piedra fundamental de nuestra formación social e
institucional. La particularidad de esta forma colonial tiene un alto
componente de violencia psicológica, como por ejemplo la que se
encuentra descrita en la obra de Antonio Diaz Villamil “La Niña de
sus ojos”, y en cientos de canciones populares que naturalizan el
machismo, el racismo y la violencia.
Los
feminicidios son el resultado de toda esa acumulación histórica,
que circula por todos los ámbitos de nuestras diversas culturas,
ninguna se libra del feminicidio, está presente entre aymaras,
quéchuas, y lo que podemos denominar culturas occidentalizadas.
La
descolonización no es solamente una propuesta política es una
actitud cotidiana de vida, en la que pueden confluir muchos
movimientos políticos, culturales, generacionales, de géneros,
barriales, etc.
Como toda
conquista el librarse de la mentalidad patriarcal, como expresión
viva de la colonialidad, será producto de una lucha permanente, que
no tiene lugar específico ni campo determinado sino que cubre todos
los aspectos de la vida y que parten de nuestra propia subjetividad.

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